Películas míticas
ACTORES Y PELÍCULAS MÍTICAS
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Actrices y actores míticos

 

Greta Garbo

Es, posiblemente, el nombre de actriz que con un halo de misterio y fama  mayor protagoniza la primera mitad del siglo XX. Misterio que empieza con el nombre, puesto que su auténtico nombre será Greta Lovisa Gustafson (Estocolmo, 1905-Nueva York, 1980. Rodó sus primeras películas en suecia y, un poco más tarde, en Alemania:  La calle sin alegría (1925). Pero no mucho más tarde es contratada en estados Unidos, por la Metro-Goldwyn-Mayery aquí empieza ha ser el nombre que acredita cualquier película en la que aparezca. Tras unos comienzos difíciles, el éxito le llegó con El demonio y la carne (1926), de Clarence Brown. Pronto su belleza hierática y sus cualidades artísticas –naturalidad ante las cámaras y capacidad de lograr el registro interpretativo más adecuado a cada escena– convencieron tanto al público como a la crítica. Su absoluta indiferencia ante la opinión pública y el aislamiento que 1928 envolvía su vida privada, acrecentaron más aún su imagen de figura mítica. En el cine sonoro se recuerdan sus interpretaciones en La reina Cristina de Suecia (1933), de Rouben Mamoulian; Ana Karenina (1935), de Clarence Brown; Margarita Gautier, de George Cukor (1936); María Walewska (1937), de Clarence Brown; Ninotchka (1939), de Ernst Lubitsch (película humorística que se anunciaba: “La Garbo ríe”); y La mujer de las dos caras (1941), de George Cukor. Retirada de la vida artística a los treinta y seis años, en 1954 recibió un Oscar honorífico por el conjunto de su carrera, cimentada, es evidente, en papeles de carácter, en tipos fuertes de mujer a los que aportaba una personalidad enigamática y muy apta para los personajes trágicos y dramáticos.

 

Charles Chaplin 

En el mundo del cine es difícil encontrar un trabajo tan innovador y completo como el que desarla Charles Chaplin, conocido mundialmente con el nombre del pesonaje que acabó confundiéndose con él mismo: Charlot.

Pero nos interesa acercarnos, primero, a Charles Chaplin, que fue actor director, guionista y músico de origen británico (Londres, 1889-Corsier-sur-Vevey, Suiza, 1977), debutó en el teatro a los cinco años, debutó como intérpetre cinematográfico en 1914. Pronto su trabajo hizo de él el cómico más popular de los Estados Unidos y más tarde del mundo entero. Cofundador de la United Artists con Griffith, Fairbanks y Mary Pickford (1919), por esos años pasó a la realización de largometrajes que necesitaron meses de preparación.

El personaje de Charlot, mezcla de comicidad,l ingenio y ternura, centraba gran parte del trabajo de Chaplin; también, poco a poco, aprendía a dominar el ritmo de cada película: este cambio es visible, sobre todo en La quimera del oro. Los elementos sentimentales, desde el principio siempre presentes, se precisan y llegan hasta el romanticismo melodramático (Luces de la ciudad).

Durante los años veinte Chaplin tuvo que afrontar las consecuencias del final del cine mudo, que sobrevino cuando su estilo visual había alcanzado la cumbre. Indiferente, incluso hostil, a la técnica, sólo produjo películas habladas con largos períodos de tiempo entre ellas: Luces de la ciudad es una película sonorizada. Pero junto al éxito hay que señalar que las películas de este período inquietaron al público: Tiempos modernos atacaba el trabajo en cadena, y El gran dictador anunciada abiertamente como denuncia ántihitleriana, le aportó a Chaplin los ataques de los medios más conservadores. Durante la guerra, intervendría en favor de la apertura del "segundo frente" y, en 1947, sería acusado por la Comisión de Actividades Antiamericanas de simpatizar con el comunismo.

Simultáneamente, la audacia formal creció en sus películas tras sus vacilaciones ante el cine mudo Estas circunstancias coninciden con la marcha de Chaplin a y de toda su familia a Europa, tras el estreno privado de Candilejas (Septiembre 1952), la película que volvía a tratar magistralmente el tema, bastante convencional, del payaso incapaz ya de hacer reír; en 1967 estrenó su última película:  La condesa de Hong Kong, su única película en color.

 

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Ciudadano Kane

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Orson Welles tenía 25 años cuando dirigió esta película en 1941, con una libertad de movimientos de la que nadie, antes ni después de él, dispondría en la historia de Hollywood, y con la misma libertad con la que había conmocionado a toda América desde la radio, cuando retransmitió un programa basado en La guerra de los mundos paralizando el país.

Ciudadano Kane, la turbia y ambiciosa biografía del magnate de la prensa William Randolph Hearst, que sacrifica todo en su vida por el poder,  estaba concebida de manera que reprodujera el fluir de la memoria humana, con lentas transiciones entre las escenas y largos planos-secuencias que reclamaban gran profundidad de campo. La composición en profundidad lograba hacer aflorar la psicología de los personajes mediante la puesta en escena, el uso de potentes focos y nuevas lentes, que proporcionaban tomas y angulaciones insólitas.

Se considera a Ciudadano Kane como una de las películas más influyentes en la historia del cine, y acaso la más valorada por la crítica
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Blancanieves y los siete enanitos

La animación, es decir, la ilusión de crear efectos que simulan el movimiento de figuras y dibujo, es muy anterior al invento del cine, pero con este se ha desarrollado poderosamente, y especialmente una de las posibilidades de la animación –pero no la única, ni mucho menos–, que son los dibujos animados.

La técnica, que consiste en el dibujo de fotogramas sobre un mismo fondo fijo, fue desarrollada por uno de los animadores que con mayor intensidad propuso ideas y novedades, el estadounidense Walt Disney, que en 1928 popularizó a Mickey Mouse como personaje de dibujos animados, y que a partir de ese momento formará parte de una galería de personajes que con el sello de Disney producen sus estudios, como Donald o Pluto y que serán universalmente conocidos.

En 1937 se estrenará su primer largometraje de dibujos animados –hasta el momento se trataba siempre de cintas de corta duración–, basado vagamente en los cuentos tradicionales infantiles,  Blancanieves y los siete enanitos, una película que será, desde ese momento, uno de los hitos del cine de animación, gracias a la definición psicológica de los personajes, la armonía y complejidad del colorido y, sobre todo, a la capacidad para captar el movimiento humano.

Casablanca

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En Casablanca, ciudad bajo el control del Gobierno de Vichy, el café de Rick es paso obligado y punto de cita para la diversa flora y fauna que pulula por la ciudad. El capitán Louis Renault es la máxima autoridad, aunque en realidad quien manda es el coronel alemán Strasser. Un día llegan al café Ilsa y su marido, el resistente Victor Laszlo. Ilsa es un antiguo amor de Rick, con el que vivió un intenso romance en París. Su amor se reaviva a los sones de “As times goes by”, pero al final Rick renunciará a la mujer que ama.

Este es el argumento de Casablanca, estrenada en 1942, una de las películas más queridas por el público, que reconoce en la mirada cínica de Rick –Humphrey Bogart–, en la complejidad de las pasiones de Ilsa –Ingrid Bergman– y en los diálogos de la cinta una atracción magnética.

Sin embargo pocos saben que durante el rodaje su director, Michael Curtiz, apenas tenía delineado el guión que prácticamente se redactaba cada noche antes de la siguiente sesión, y que el éxito de la película fue una sorpresa para todos.


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