Géneros: el cine de terror y fantástico. El documental.

El cine fantástico, y el cine de terror, han desarrollado su catálogo de temas y técnicas a la par que se desarrollaba el cine como forma de expresión: al fin y al cabo exponen al espectador ante sus propios miedos, o ante su imaginación desbocada, una emoción tan antigua como la humanidad. Si bien la literatura ha sido una de las fuentes principales de este género (recordemos que Frankenstein es una novela gótica del XIX),  hay que destacar que las películas de terror asociarán, desde el expresionismo alemán, sus temas con los fantasmas de la realidad: ocurrirá ante el miedo del nazismo, como el pánico de la bomba atómica será el origen de los monstruos marinos del cine japonés. Y el final habitual de estas películas, de vuelta a una inquietante tranquilidad, será  un modelo del bienestar cotidiano siempre amenazado.

 

El Gabinete del doctor Caligari

En 1918 se estrena una de las obras cumbres del cine expresionista y, también, uno de los mitos del cine de terror, pese a que su técnica cinematográfica sea arcaica incluso para su época: El Gabinete del doctor Caligari, dirigida, con diferentes altibajos, por el alemán Fritz Lang.

El misterioso y  sarcástico doctor Caligari, un hipnotista, exhibe en un parque a Cesare como sonámbulo. Un estudiante habla con Cesare y éste le cuenta que “morirá antes del alba”. El estudiante aparece asesinado, y un amigo suyo comienza a sospechar de Caligari. Este ordena a su pupilo que mate a una joven, pero Cesare se prenda de ella y la rapta. Sorprendido, el sonámbulo huye y es perseguido hasta que muere de inanición. El doctor Caligari se refugia en un manicomio del cual es director, pero desenmascarado, se le declara loco.

Hasta aquí llegaba la historia original de Carl Mayer – el más grande guionista del cine alemán-  y Hans Janowicz. La idea de este tema y la propuesta de tratarla en forma expresionista estusiasmaron al productor Erich Pommer, que, sin embargo, propuso un cambio fundamental sugerido por Fritz Lang: toda la historia era una fantasía de un loco que, internado en un manicomio, imagina que su director es Caligari.

 

Otros muchos géneros se consolidan durante los años treinta y cuarenta: las películas de gángsteres, policiacas, el cine bélico a raíz de la Segunda Guerra Mundial...  

El documental

De algún modo, el documental es el primer género, pues no se puede calificar de otro modo a muchas de las primeras cintas proyectadas, en las que simplemente se describía la realidad: ocurre con las películas que documentan el terremoto de San Francisco en 1906, el vuelo de los hermanos Wright en Francia en 1908 o la erupción del volcán Etna en Sicilia en 1910, entendidas como periodismo. Sin embargo, una vez que las películas de ficción se hicieron populares, las de hechos reales fueron casi totalmente abandonadas hasta la aparición del documentalista Robert Flaherty a comienzos de la década de 1920, que demostró cómo el cine documental necesitaba, como cualquier otro género, de una elaboración expositiva y expresiva tan intensa como cualquier película, mucho más allá de la idea simple de realidad: al cabo, una película es siempre una mirada subjetiva: grande documentales así lo demuestran, como Las Hurdes, Tierra sin pan (1933), de Luis Buñuel, o El triunfo de la voluntad, en 1934, de Leni Riefenstahl.

El propio Enrique Díez-Canedo participó como guionista de alguno de los mejores documentales rodados durante la Guerra Civil española, como Un año de guerra, de 1937 y dirigido por Arturo Ruiz-Castillo.

 

Nanuk el esquimal,

 

El director estadounidense Robert Flaherty consagró el documental como un género cinematográfico en el que el tiempo, el estilo y la selección de cada matiz tendría una enorme fuerza poética. Esto ocurre con la que se viene considerando su obra cumbre, Nanuk el esquimal, de1922, estudio de la vida de ese pueblo, en la que alcanzó un alto grado de acercamiento a la intimidad de los personajes, con los que establecía un contacto cálido y a los que el cine documental mostraba por primera vez. Aunque su trabajo posterior, especialmente  Moana de1926, rodada en Samoa, Tabú, terminada por el cineasta de ficción Murnau, y Hombres de Arán rodada en1934 a propósito de la vida en una isla del Atlántico norte, fueran criticadas por lo que tenían de ficción, son obras maestras del género.

 

 

 

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