ROSALIND FRANKLIN,
LA OLVIDADA |
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Rosalind
nació en 1920, en el seno
de una dinastía
judía que decían ser orgullosos descendientes del Rey
David. Los parientes de Rosalind acogieron durante el régimen y
la ocupación Nazi a
muchos judíos refugiados. En una ocasión, la joven
compartió su habitación con
un jovencito cuyos padres habían sido enviados a campos de
concentración. A los quince años, Franklin decide estudiar ciencias y toma el examen para entrar a la Universidad de Cambridge. Lo pasó con honores. Sin embargo, su padre no aprobaba que las mujeres fueran a la universidad y se negó a pagar sus estudios. Por suerte, una tía lo desafió y decidió encargarse de las cuentas. Al final, la tía junto a la madre de Rosalind convencen al padre, quien no sólo paga por sus estudios sino que se convierte en el confidente de su hija. Ella le escribiría, en el verano de 1940: "la ciencia y la vida diaria no pueden ni deben ser separadas. La ciencia, para mí, provee una explicación parcial de la vida. Hasta donde puedo observar, está basada en los hechos, la experiencia y el experimento". Rosalind se graduó en 1941 y enseguida comenzó un doctorado. Su especialidad residía en la química y la física molecular. Antes de cumplir 26 años ya había publicado cinco experimentos sobre la composición molecular del carbón y la mejor forma de usarlo durante la guerra. Los que la conocieron dicen que adoraba los hechos. Era terca, directa, rápida y no vacilaba para tomar una decisión. Al finalizar la guerra en Europa, Franklin se va a Francia donde permanece tres años hasta que es invitada por la Universidad de King para que continúe con sus trabajos sobre el ADN. La ciencia de la genética estaba por nacer. Sin embargo, la estadía de Rosalind en la universidad británica no comenzó con buen pie. Un malentendido administrativo originó una antipatía con su compañero de trabajo, Maurice Wilkins. Rosalind pensaba que el proyecto era solo de ella, Maurice sostenía que él estaba a cargo. Ella lo trataba como a un asistente mientras él intentaba tomar las riendas. Franklin ya había realizado uno de los descubrimientos más importantes del siglo. En febrero de 1953 escribió en sus cuadernos que la estructura del ADN estaba compuesta por dos cadenas. Además, Franklin tomó la primera radiografía de la famosa doble hélice y notó que los grupos de fosfatos iban por fuera y que el ADN existía en dos formas. Rosalind también había medido de manera precisa la unidad celular más pequeña de cristal de ADN. Pero Franklin no estaba cómoda en King. Se llevaba mal con Wilkins y se sentía aislada por ser judía en una universidad predominantemente católica. Parte de la población en King estaba compuesta por estudiantes seminaristas de la iglesia. Además, sólo ocho mujeres más estudiaban ciencias en todo el lugar, ninguna de ellas era judía. A punto de terminar el proyecto, Rosalind lo abandonó todo para instalarse en otra universidad. Pero otros dos químicos, James Watson y Francis Crick, estaban a punto de descubrir lo que Franklin no sólo sabía sino que también había observado. Watson viajó a la Universidad de King en esa semana. Allí, Wilkins le mostró los apuntes de Rosalind y la radiografía del ADN. Watson diría más tarde que al ver aquello, "el corazón comenzó a latirle rápidamente". Semanas después, Watson, Crick y Wilkins, publicaban los estudios que le ganarían el premio Nobel en Medicina. Mientras, Rosalind se instalaba en la Universidad en Birckbeck, donde pasaría felices momentos estudiando virus. Hasta el momento, no existe evidencia alguna de que Rosalind se enterara posteriormente que Watson y Crick habían visto su trabajo a través de Wilkins y Max Perutz del Laboratorio Cavendish, antes de publicar sus experimentos. Curiosamente, Franklin, Watson y Crick se hicieron buenos amigos. Los tres científicos comenzaron a colaborar luego de que se publicaran los estudios sobre el ADN en la revista científica Nature. Más tarde viajarían juntos por Europa y Rosalind se refugiaría en la casa de Crick en los peores momentos de su enfermedad. Pero ellos nunca le agradecieron directamente por su trabajo ni mencionaron haberlo visto antes de publicar los suyos. Irónicamente, la Universidad de King, el lugar donde Rosalind pasó sus peores momentos, le ha dedicado un edificio a la científica. El plantel se llama Franklin-Wilkins, en honor a la "pareja-dispareja". Pero los homenajes al trabajo de Franklin llegaron muy tarde. La madre de la genética murió en 1958 de cáncer en el ovario. Tenía 37 años. Cuatro años más tarde, tres hombres disfrutarían del premio más alto a la labor científica gracias a ella. Pero nadie mencionó entonces su nombre. Las leyes del premio tampoco permitían que lo recibieran científicos después de morir. Sólo años después de la muerte de la mujer, Watson y Crick confesarían, durante entrevistas y biografías, que sin el trabajo de Rosalind Franklin les hubiese sido imposible publicar sus experimentos tan rápidamente. No obstante, para Rosalind el estudio de la estructura del ADN nunca se trató de una carrera. No sabía que otros luchaban por llegar primero a una meta que ella había decidido guardar en una maleta y posponer su búsqueda hasta conseguir sentirse más cómoda con su vida. |
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La fotografía 51
En 1952, en un
laboratorio del afamado centro de investigación
King´s College
de Inglaterra, una mujer de 30 años, llamada Rosalind Franklin
de profesión
cristalógrafa, logra una fotografía de difracción
de rayos X que reveló, de
manera inconfundible, la estructura helicoidal de la molécula
del ADN. Esta
imagen es conocida hoy como la famosa fotografía 51. En su
euforia por este hallazgo, Maurice Wilkins, jefe de Rosalind, corrió a mostrarlo a James B.
Watson, quien
escribiría “En el instante en que vi la imagen, mi boca se
abrió y mi pulso
comenzó a acelerarse”.
Los datos
ofrecidos por Franklin determinaron el curso de la
investigación de
Watson y Crick. En el curso de un mes lograron armar a un modelo
teórico para
la estructura del ADN, esta vez sin la presencia de Franklin. Quienes
siguieron
de cerca todo el proceso, han dicho que las relaciones entre Rosalind y
su jefe
nunca fueron buenas. Era una época donde la misoginia
invadía particularmente
los ambientes académicos. La científica era considerada
una mujer “conflictiva”
y “nada femenina”. |
En 1953, la revista británica Nature publica un artículo elaborado por cuatro científicos notables: Francis Crick, James B. Watson, Maurice Wilkins y Rosalind Franklin. En ese artículo, sus autores explican el funcionamiento del ácido desoxirribonucleico (ADN), donde está contenida toda la información génetica. Esta
revelación, que representa un aporte capital para la ciencia,
será tomada en
cuenta a la hora de otorgar el Nobel de Fisiología y Medicina.
Pero cuando esto
ocurre, el galardón sólo consideró a los tres
científicos varones. El nombre de
Rosalind Franklin no figuró en el grupo premiado. Para entonces,
ella había
muerto de cáncer, en 1958, a la edad de 38 años.
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