CIENTÍFICAS ESPAÑOLAS CONTEMPORÁNEAS
Físicas, Matemáticas y Químicas Biólogas, Geólogas y Médicas

Las estadísticas anuncian desde las primeras décadas del siglo la presencia de las mujeres en las Facultades de ciencias. Muchas de ellas se decidieron por la carrera académica o investigadora. Era un mundo de hombres, catedráticos, miembros de número en los sillones de las Reales Academias. Como ha dicho una de ellas, "eran cosas de la época y había que contar con ello". Una madre, una maestra, un contacto familiar o una amistad facilitaba la entrada en ese inundo de los departamentos universitarios, de los laboratorios de investigación. Tras las guerras, la mundial y la española, un grupo aún reducido pero prometedor de mujeres accedía a la carrera investigadora y docente universitaria. Su entrada tuvo un efecto catalítico, y aunque no fuera rápido ni inmediatamente visible, siempre fine creciente. Sin embargo, se mantuvieron barreras y los hombres seguían obteniendo más reconocimiento público. Se muestra aquí a un grupo de científicas españolas pioneras en sus áreas, espectroscopistas, químicas, bioquímicas, matemáticas, físicas... Cada una en su ámbito profesional marcó pautas, abrió paso, introdujo técnicas. Su función profesional ha tenido consecuencias que han ido más allá del valor de sus trabajos, porque dejan constancia del papel de las mujeres en la modernización de la docencia y de la investigación en España.

En el exilio
La sociedad  española de los años treinta, que se manifiesta, fundamentalmente, en los años de la Segunda República, alcanza niveles de participación similares a los que en Europa eran frecuentes desde muchos años antes: desarrollo científico, participación ciudadana, discusión libre de las ideas… en este ambiente no es raro que  por primera vez muchas mujeres participen de la vida pública: escritoras, juezas, altos cargos de la administración, dirigentes de partidos políticos, en el panorama republicano por primera vez las mujeres españolas participan y colaboran en las leyes que hacen posible el desarrollo social.

Evidentemente, también participan en el mundo de la investigación y la ciencia, como universitarias, profesoras y, antes, en instituciones que faciliten el acceso a ese mundo antes solo masculino: Clara Campoamor y muchas otras pedagogas organizan instituciones educativas que hagan posible el desarrollo intelectual de las mujeres españolas sin  ninguna frontera. Por eso, en los años anteriores a la guerra civil es muy frecuente encontrar referencias a médicas, químicas, farmacéuticas, etc… pero la Guerra Civil, y la posguerra, cambian totalmente este panorama. La doctrina oficial pide que las mujeres regresen al ámbito del hogar, a ejercer únicamente la maternidad y las tareas domésticas como destino. Por eso no es extraño que entre los cientos de miles de españoles que deben dejar su tierra para marchar al exilio haya muchas mujeres que ejercían libremente su profesión en la España republicana.

Poco sabemos de ellas, en ocasiones casi nada salvo el nombre y su profesión, apuntada en listas provisionales del barco en el que parten al exilio, o de los campos de concentración franceses en que se las encierra. Sí sabemos que muchas de ellas alcanzan México, Chile o Venezuela, países que las acoge con generosidad, y en el que desarrollan sus profesiones con la misma integridad y competencia que en España. Sabemos, por ejemplo, que muchas profesionales que llegaron a México en el mítico barco Sinaia fundaron colegios de pedagogía renovadora, o se incorporaron a la Universidad Central de México o al Colegio de España, instituciones que forman parte de la élite intelectual americana. Pero con sus nombres llega el eco de su valor y presencia.


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