El día 24 de febrero se inauguró en la sala de exposiciones temporales “Vaquero Poblador” una muestra de fotografía y pintura que bajo el título “Las huellas” presenta parte de la producción artística que Fernando Lozano realizó entre los años 2005 y 2009. |
La que iba a ser una exposición de contenido más cerrado y específico se ha transformado en antológica ya que el artista y profesor de Plástica y Visual del IES "Enrique Díez Canedo", falleció el pasado año. |
La retrospectiva presenta la personalidad viva y latente de Lozano, hombre comprometido con el medio y sus semejantes. “Las huellas” permanecerá abierta hasta el próximo 6 de marzo. Os animamos a que visitéis la exposición. |
Las huellas de Fernando Lozano Al acto inaugural asistieron la que fue su compañera sentimental, Catalina Fernández; la responsable de la sala “Vaquero Poblador”, Lourdes Román; la hermana de Fernando y un nutrido grupo de amigos, colegas y familiares. No faltaron a la cita Luis Costillo, autor del diseño del catálogo que incluye textos de Francisco Pacheco, José Ángel Torres y el propio Lozano, ni Vicente Novillo como responsable de la impresión fotográfica.
Con esta exposición se rinde a su vez homenaje a su protagonista, nacido en 1955 en la capital pacense y licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Granada. Su trayectoria expositiva se traduce en 8 individuales y 10 colectivas.
Catalina es su mejor testimonio. Por ella sabemos que si bien la muestra no puede ser la que el artista preparaba en junio de 2009 debido a la repentina enfermedad que acabó con su vida en una semana, la obra que creó está plenamente representada en las cuatro series bien diferenciadas que la integran, “El Desierto de Mojave”, “Autorretratos”, “Naturalezas muertas: botas y bastones” y “Deconstrucción-Demolición-Desaparición”, un conjunto que pretende ser un fiel reflejo de la trayectoria artística radical y sin concesiones de Lozano. Durante su intervención en la apertura de la muestra dijo sentirse en familia, arropada por el cariño y respeto de cuantos han posibilitado que la retrospectiva sea una realidad.
Compuesta fundamentalmente por fotografía, la obra de Lozano también se interpreta mediante una serie de acuarelas inspiradas en paisajes desérticos y una sucesión proyectada de imágenes que conforman el bloque “Deconstrucción”.
De las temáticas que aborda destaca, en primer plano y sin tapujos, la propia realidad física del artista a través de autorretratos de una desnudez implacable. Esta sinceridad la fundamentaba su autor en 2005 con la siguiente contundencia: “Parto de la base de fotografiar mi propio cuerpo y más exactamente mis piernas y pies deformes. Todos nos agarramos a cualquier cosa, pero en primer lugar nos agarramos a la vida. Yo aquí tomo esa palabra en el sentido de coger literalmente mis pies con las manos en señal de aceptación de mi suerte”.
La colección sobre naturalezas muertas, botas y bastones definen al artista en su relación con el medio exterior. Los objetos personales que fotografía en parajes áridos y pedregosos tienen para Lozano una clara relación con la fugacidad inexorable del tiempo.
En “Deconstrucción-Demolición-Desaparición” se nos muestra el lado rebelde y sentimental del artista. “Mi viejo ha muerto y su casa la tiran”, escribió Fernando en las paredes de la casa de su padre antes de su demolición junto a estas otras repartidas por los muros interiores de la vivienda: “construimos nada para nada”, “por los rincones, su recuerdo” o “el silencio de la habitación vacía”. Intervino en los espacios vacíos fotografiando la inminente desaparición del inmueble. Logró que no fuera destruido totalmente y así perduró junto a su propia permanencia.
“El desierto de Mojave” (2009) fue su último trabajo y la idea original de la muestra cuando la presentó por primera vez al Área de Cultura de la Diputación. Como él mismo explicó “se basa en la creación de espacios, no lugares, espacios recónditos que existen tanto en la naturaleza como en nuestra imaginación”. Reflejo de uno de los últimos rincones indómitos del planeta, para Lozano significaba también la vulnerabilidad del ser humano ante la inmensidad del paisaje.
La responsable de la sala “Vaquero Poblador” explicó al público congregado que “la razón de la celebración de esta exposición, lejos de motivos sentimentales, reside en su valor artístico, pues aunque estaba proyectada hace tiempo ha habido que modificar la idea original haciéndose más ambiciosa al mostrar no uno sino varios de los proyectos en los que Fernando trabajaba desde el año 2005”. El hilo conductor de las cuatro composiciones, añadió Lourdes Román, es el que ha dado título a la muestra, las huellas.
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