La jornada de ayer nos acercó mucho más al París contemporáneo, a la ciudad de la Revolución francesa, al entorno urbano que  logró crear el concepto democrático de nación y, también, a un movimiento obrero republicano que ha resistido, como ha podido, el desgaste del tiempo y el tiempo, irónico del fin de las ideologías. Nuestro alumnado ha estado y ha tomado contacto con la Plaza de la Concordia, la Plaza de la Bastilla, el Panteón o el memorial, mastodóntico a Napoleón, en Los Inválidos. En ese recorrido, largo, nos hemos encontrado con las protestas estudiantiles y obreras contra la política de Macron. Pasa el tiempo, pero no caducan las circunstancias y el leit motiv del malestar social que impregna estas calles, fuerza y resistencia bajo el lema de una revolución que no ha logrado conceder la igualdad y la fraternidad. Tras esto, necesitábamos un poco de sosiego y, con paso ya más lento, pero no menos motivador, nos trasladamos hacia Notre Dame, símbolo del arte gótico en esta ciudad de la luz. Esperemos que muy pronto se desprendan de sus muros las cenizas que pudieron haber consumido parte de la historia cultural de Francia y de Europa. Frente a esta Señora se encuentra el Sena y, en uno de esos barcos que nos mecen entre sus puentes, recorrimos el trayecto de nuestro encuentro con este pequeño rincón del mundo. Experiencias vividas, encuentros con una profesión de la que siempre se sigue aprendiendo. Gracias a este alumnado que ha estado muy a la altura de este gran Viaje.